jueves, 26 de julio de 2007

De madrugada

Amanece en Monimbó, despierto a las 5 y 30 de la mañana y creo que es demasiado temprano para levantarme, pero al escuchar el sonido de los buses que pasan pitando, descubro que afuera ya hay personas que están trabajando. Imagino que así es en el resto del mundo. El sonido de los vehículos que pasan me recuerda que la madrugada es el período de mayor movimiento de trabajo para los monimboseños.

Esos sonidos que emiten los vehículos es por una simple razón, y es que muchos de los nuestros ya se dirigen al mercado a vender limones que seguramente pasaron cortando el día anterior o la madrugada de ese día; otros legumbres como el pipian, chayote, hierva buena, culantro, y así sucesivamente.

En cambio algunos, se dirigen a la capital a estudiar o trabajar, o trasladarse a los departamentos a vender sus productos de zapatería, talabartería o vestidos.

Tal vez, se dirán que esto es normal en todo el país. Entonces ¿En qué nos hace diferente? Monimbó es un pueblo pequeño, una Comunidad de Indígenas de piel canela, cabellos lisos, brillantes, mirada achinada y sonrisa contagiante. Sus mujeres vivanderas bajan desde las zonas rurales con sus delantales, las más ansianas lucen unas peinetas de carey, llevan el pelo enmoñado, en trensas o sueltos y siempre llevan al nieto o a la nieta para que vaya aprendiendo.

Los que inician sus labores a estas horas de la mañana suelen conocerse en el camino y siempre concluyen su conversación con un ¡Va, pues, hasta mañana, si Dios nos presta vida!

miércoles, 25 de julio de 2007

Historia de Monimbó



Masaya fue una de las zonas de mayor densidad de población indígena de la época prehispánica. Todavía durante el siglo XVIII mantuvo esa hegemonía y destacó por ser uno de los principales centros tributarios. Existe la coincidencia de que el otro gran centro indígena étnica que parece indestructible.

Pero el problema que se p
resenta en Masaya es algo más complejo desde el punto de vista de la etnicidad. ¿Por qué de las cuatro parcialidades o poblados indios sólo Monimbó ha sobrevivido hasta hoy sin perder su antigua indentificación india?

Se ha dicho anteriormente que el sistema de urbanización colonial partió de norte a sur. Los mulatos milicianos nos fueron adquiriendo de forma poco ortodoxa las mejores parcelas habitadas por los indios de las parciali
dades de don Guillén y don Sebastián.

Hoy las parcialidades de don Guillén correspondía a los barrios de San Jerónimo y la Estación y la de don Sebastián al barrio de San Juan; este proceso de urbanización terminaría también por afectar a la parcialidad de Diriega, que hoy correspondía los barrios de San Miguel y supuestamente la Parroquia (Guerrero y Soriano, 1965: 92)

Todos estos constituyen las zonas céntricas de la actual ciudad de Masaya.

Monimbó tardó más tiempo en ser afectado por el proceso urbanístico ya que su ubicación se hallaba más al sur, sobre la falda de una pequeña montaña. Todavía y ya bien entrado el siglo XX Monimbó no había conectado con el resto de la ciudad:

“Al oeste de donde Cipriano Arias (hoy Olinto Valle) había una parte como de montaña, cerrada en cardos y árboles espinudos de playa, unos que dan una florcita como felpa y con un olor penetrante, pero aceptable, grandes canjilones o zanjas, que los copiosos inviernos no dejaban pasar fácilmente a nadie, por la parte este de la familia Arias, es decir, hacia arriba eran grandes piñuelares que se había tupido porque las corrientes de agua arrastraban hasta embarcar en la parte plana un delta de piñuelas, que en tiempos de semana santa todo el mundo iba a cortar piñuelas para el “mota-atol”, que se preparaba con plátano sazón y que hasta el chaguite se había tupido solo y de una vez cortado todo”

Esta pequeña separación geográfica mantuvo a Monimbó como un sector marginal de la ciudad. Marginalidad acentuada por el símbolo de su etnicidad y la pobreza económica fruto de la desvinculación, que la Independencia continuó manteniendo, entre el indio y los centros de decisión. Otro de los factores también pudieron intervenir en la marginalidad, como que ‘en el año 31, la viruela azotó el barrio y murió mucha gente, morían hasta dos en una misma ca
sa. Toda la gente tenía un gran recelo al venir a Monimbó por que decían: ¡El microbio, el microbio! [...]



[...] Para los monimboseños el resto de Masaya o el Centro barrio de San Jerónimo eran mulatos y al que no era negrito le decían zambo. Ir de Monimbó a ese barrio se manifiesta como “voy adentro”, lo que incide en la idea de marginalidad o de que ellos estaban “fuera de”. Solían entender que el “señor mulato” era instruido porque sabía leer y escribir, lo que contrastaba con su autodenominada “incultura”





Bosco Canales, "Soy del pueblo y me debo al pueblo"


Si tendríamos que definir al personaje que más se identifica con el folklor y alegría que representa a Monimbó y a Masaya, ese sería Bosco Canales. Quien fue nombrado a inicios de este año como patrimonio nacional por el Ministerio de Cultura, en conjunto con Raúl Cepeda, Carmito Suazo (q.e.p.d.), y otras personalidades populares de la capital del folklore nicaragüense.

Su presencia en los torovenados, bailes de negra en noviembre, preparación de comidas típicas y mayordomías de las fiestas patronales es imprescindible.

Al igual que la mayoría de habitantes de la Comunidad Indígena de Monimbó, su simpatía y popularidad entre el pueblo no es más que el resultado de las costumbres y tradiciones heredadas de generación en generación. Su abuela Ana Pérez, fue reconocida por sacar torovenados.

Bosco tiene 39 años, y nacido en Monimbó. Es alto, de cabello crespo suelto, moreno y simpático. Se declara alegre y servicial a la Comunidad “Me debo al pueblo y soy del pueblo”, dice sonriendo mientrás relata que la gente le tiene mucho cariño.

“Ya tengo mi gente que me aplaude cuando me ve bailar. Hay algunas que vienen del extranjero y me regalan pelucas, chapas, telas y hasta dinero para la confección de los trajes”, expresa Canales.

Además de su participación en las actividades culturales de Masaya, decora trajes típicos y elabora artesanías.


Uno de los aspectos que lamenta Bosco es que todavía en la Comunidad no se ha creado una escuela folklórica para explicarle a la niñez sobre las costumbres, bailes y tradiciones del pueblo.

Este año, Canales será mayordomo del torovenado del pueblo que sale el 29 de octubre de cada año. Uno de los principales trabajos que ejecutará como mayordomo es cambiar algunos aspectos que han desvirtuado el torovenado como las carrozas y furgonetas.

“Siento que es un deber humano promover el arte y hasta que el Señor me lleve dejaré de hacerlo”, finaliza este pintoresco y multifacético personaje de Monimbó.

Gloria Palacios





El relato de la Marimba "Hermanos Palacios"


Al caminar por las rinconadas de la Comunidad Indígena de Monimbó es imposible dejar de percibir la belleza de sus mujeres, las flores de reseda, heliotropo y sacuanjoche que adornan algunos patios del pueblo, la bajada de las vivanderas a tempranas horas de la mañana para vender en el mercado; el sonido de los martillos del zapatero, y los llamados de los vendedores de leche, leña, moronga, cabeza de chancho, raspados, y utensilios para el hogar.

Entre este pintoresco escenario, dirigiéndose a la calle que lleva al Calvarito de Monimbó se destaca un pequeño rótulo amarillo que titula: marimba, hermanos Palacios. Allí, entre los quehaceres cotidianos de cada día encontramos a Don Manuel Palacios Ruíz uno de los eslabones de este legado de marimbistas.

A sus 63 años todavía toca marimba, talento que aprendió a los siete años, aunque ya no sale a ejecutarla en los eventos culturales como lo hacia antes por su edad, sin embargo se dedica a elaborar, reparar y entonar nuestra marimba de arco.

La elaboración de las marimbas y la ejecución de los sones tradicionales emitidos por este instrumento musical son legados que la familia Palacios Ruíz ha trasmitido de generación en generación.

“El gusto por la marimba es de herencia. Mis tíos Salvador y Juan Palacios y mi padre Manuel tocaban marimba. Nosotros aprendimos las piezas folklóricas con tan sólo escuchar (de oído)”, Comenta Don Manuel mientras uno de sus nietos lleva en sus manos unos bolillos con los que toca una de las marimbas que permanece en la sala de su hogar.

Quienes dan inicio con el nombre de Hermanos Palacios fueron Carlos, Juan y Don Manuel Palacios hace más de 35 años, aunque aclara Don Manuel que sus progenitores, tíos y abuelos ya ejecutaban los alegres sones folklóricos.

Alrededor de los años 70 lograron grabar su primer disco (lomg-play) con el nombre de los “Hermanos Palacios”.

Sus raíces familiares se asientan en el Valle de la Laguna de Masaya desde donde se trasladaron hace varios años a la Comunidad de Monimbó.

Don Manuel tiene cuatro hijas y tres hijos. Alejandro Palacios y nietos son en la actualidad los continuadores de este bello arte musical.

Cuenta Don Manuel que los Hermanos Palacios se destacaron por ejecutar los sones folklóricos en la marimba. “Nosotros descubrimos lo típico, integramos el folklore por que antes el baile de marimba no era tomado en cuenta y empezamos a darle la importancia que se merecía”, dice con empeño mientras retira de sus manos el pegamento que utiliza para elaborar las marimbas.

En Monimbó, además de los Hermanos Palacios se destacan otros excelentes marimbistas como los “Hermanos Muñoz”, “Hermanos Pérez”, “Hermanos Pavón”, entre otros, quienes con esfuerzo y amor han sabido preservar y difundir nuestros sones.

Gloria Palacios

martes, 24 de julio de 2007

Una cordial bienvenida



¿Vení contame?
El traje de las Indias Bonitas de Monimbó no lleva cintillos ni jaretas, es liso y de manta, puede ser de cualquier color.
Las mujeres por dentro llevan un fustán blanco con encajes, que puede verse cuando danzan.
En sus pies lucen su zapatilla tradicional, el caite, elaborado de cuero de vaca. Además en su cuello lucen el rebozo con el que se cubren el cabello o lo utilizan en los brazos al danzar.
¿Querés que te cuente por qué llevan flores en su cabellera y a qué huelen? Huelen a Zontol, una raíz pequeña que se molía con limón y de ahí se formaba el perfume natural que utilizaban las inditas.
En sus cabellos negros, lisos y entrensados llevan puesta una peineta con diversas flores olorosas que adornan el patio del monimboseño: rama lila, reseda, heliotropo, corosito de monte, rosa india, sacuanjoche y guirrique.
En su cuello llevan un collar de semillas rojas y un ojo de buey con unas argollas de oro en forma de cantaritos o en forma cilíndrica. Esta última heredada de los españoles.
Por su parte el varón luce un sombrero de palma, una alforja, un jícaro para beber agua, un machete para rozar el monte, lleva caites, un pantalón azulón que se amarra con burillo de chaguite y una cotona blanca.